EN CERRO LARGO TAMBIEN, TODOS HACIA ADELANTE

En la diferencia o en el acuerdo, encontremos un espacio para pensarnos y hacernos, que nos permita re descubrir el sentido nacional, lo que nos une. Revisando continuamente el legado de nuestros antepasados más luminosos, podremos encontrar los cimientos, las bases de un proyecto colectivo construido en colectivo.
Envíanos tus comentarios a email: rosendo@adinet.com.uy

"Ciudadanos: la energía es el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plantado para siempre el laurel en nuestro suelo" José G. Artigas, abril 1813.

Pienso... y... si puedo decir lo que pienso... recién ahí "luego existo" (adaptado de Descartes).

jueves, 23 de mayo de 2013

Huerta Organica II

En diciembre del año pasado, comenzamos a cultivar 100 mt2 de nuestro patio. En una parte improductiva, donde solo habían escombros y malezas, nos embarcamos en esta nueva aventura biológica junto a mis hijos menores Juan Diego (10) y Joaquina (4). Primero nos sentamos, diagramamos, leímos, entramos en internet juntos, diseñamos, proyectamos, y nos imaginamos como sería nuestra huerta.

Se trataba de encontrar un espacio para disfrutar al aire libre, con la naturaleza y el cultivo de hortalizas como escusa. Ya reciclábamos la basura orgánica con lombrices y juntábamos el agua de lluvia de los techos, con lo cual, teníamos buena tierra para almácigos y abundante agua dulce respectivamente.

Hoy a escasos 5 meses de comenzar, queremos compartir algunas fotos de nuestros logros. Acercamos muchas hortalizas sin químicos a nuestra mesa familiar, redescubrimos los sabores y gustos y por sobre todo, hemos recuperado un espacio para el diálogo lejos del televisor y las computadoras.


Ser testigos cotidianos de la evolución de las plantas, el día a día, aplicar las matemáticas en la siembra, la geometría en la diagramación de canteros, la biología en la observación de los ciclos vegetales, así como interactuar con los vecinos, compartiendo semillas y productos, son algunas de las experiencias más lindas y recomendables. 

Si necesitan apoyo técnico gratuito, mudas, lombrices, y mucho entusiasmo, no duden en escribirnos que con gusto los ayudaremos. r
osendo@adinet.com.uy

Los invitamos a que en vuestras Familias, en la que les tocó, que seguro es la mejor de todas, experimenten el cultivo de la tierra, el dialogo con sus hijos y vecinos y coman saludablemente.
La construcción de una Sociedad mejor empieza por Casa. 

Cebolla de verdeo, ideal para salsas de untar en aperitivos


Lechugas bajo una tejido soporte con nylon protector para heladas



Acelgas, solo cortamos las hojas mas grandes, la planta rebrota. Sin lógica comercial, no hay por que eliminar la planta, solo se sacan las hojas sin matar la planta.


Acelgas a la izquierda, puerro al centro, remolachas al fondo cantero central


Tarrinas de 200 lt partidas a la mitad con restos orgánicos con lombrices. Cuando llueve, escurren los efluentes que son excelente biofertilizante líquido.
Lo almacenamos en tarrinas y los diluimos 1 en 10 de agua para regar.


El humus de lombriz, es un excelente almácigo de lechugas, tomates, zapallos.  Muchas veces no hay necesidad de adquirir semillas, los mismos restos orgánicos las proveen.


Mudas de lechuga, siempre estamos transplantando, siempre tenemos lechuga fresca.




Lombrices californianas transformando materia orgánica en humus. En 3 meses lo transforman. Feo de ver, pero ambientalmente muy sustentable.


Los canteros en perspectiva, con uno de los protagonistas, levantando el trofeo.


Lechugas como se ven actualmente.
El verde es totalmente natural y el sabor inigualable.


Puerro en pleno crecimiento.


Remolacha en pleno crecimiento.

jueves, 16 de mayo de 2013

PASCASIO BAEZ : EL GRAN AUSENTE EN EL DÍA DEL TRABAJADOR RURAL


El pasado 30 de abril, el presidente de la República se trasladó a Caraguatá, para celebrar y homenajear a los "trabajadores rurales" en su día.

Motivados por el mensaje que llegó a mi celular, desde la Empresa de todos los Uruguayos, donde se recuerdan los deberes y derechos para seguir dividiendo, me sentí motivado a investigar, en especial la historia que no me han contado.

A revisar la historia voy solo obligado por las circunstancias, y solo cuando ésta me sirve para aprender algo, ya que  es un área que no me gusta, y en la que se suele perder mucho tiempo.     Desde mi perspectiva generacional, siento que tengo más futuro que pasado y por lo tanto es natural que uno no ponga tanto foco en esos aspectos, máxime cuando se trata de analizar una guerra tan fría como absurda.

Al parecer, en esa fiesta campera y entre asados, vinos y muchas palabras, hubo un gran ausente, el peón rural Pascasio Baez, asesinado en diciembre de 1971.

Pascasio, tenía 46 años, era casado con hijos, y siempre había residido en el campo, preferentemente por la zona de Pan de Azúcar. Votaba a los Blancos, pero jamás había militado en política. Se ganaba la vida con changas, al igual que muchos. A mediados de octubre del mes de octubre del 71, había salido a buscar el caballo perdido o escapado de un vecino.   En ese entonces, yo solo tenía 2 años de edad, pero cuando tuve uso de razón, mi abuelo, mi padre, mis tíos,  me contaron que existía democracia; había parlamento y también había Tupamaros.

En su búsqueda, Báez llegó hasta la cabaña "Espartaco", localizada en la Ruta 9, a unos diez kilómetros de Pan de Azúcar y se topó con un hombre que salía de una tatucera. Aquella era la "Caraguatá", quizás, la más importante del MLN en la búsqueda de extender su radio de operaciones hacia el interior del país.   En ese recinto existían armas robadas, era centro de adiestramiento y escondite.

Pascasio Báez fue detenido, y su destino final comenzó a jugarse. Esas instalaciones valían mucho para los guerrilleros Tupas, y las alternativas que se manejaron fueron tres: detenerlo indefinidamente, llevarlo al exterior Chile pasando por Argentina, o ejecutarlo.

La triste decisión fue darle muerte, luego de dos meses de cautiverio. Tal es así que el 21 de diciembre del 71, la dirección del MLN estaba integrada por Mauricio Rosencof, Henry Engler, Wasem Alaniz, Donato Marrero y Píriz Budes. El ejecutor, Ismael Bassini, fue quien le dio la inyección letal de pentotal a Báez Mena, aunque según Zabalza, fue Tino Píriz Budes el que dio la orden.

Dejarlo suelto los hubiera forzado a abandonar la tatucera y perder su costo; abandonar todo lo hecho allí. Se arriesgaban la suerte y el destino de muchos "compañeros".

Así encontró la muerte Pascasio Báez. Asesinado -con premeditación y alevosía- por el grave delito de toparse con un señor que salía de una tatucera en medio del campo.

Aquel hecho, que le quitó la vida a un hombre sencillo, humilde, padre de familia y honesto, hizo que sus asesinos, hasta entonces autodenominados guerrilleros, cambiaran su calificativo, al menos para mí, al de vulgares terroristas.   

El sueño que le quitaron a Baes, se lo quitaron a toda la Sociedad, nos quitaron la democracia por más de una década,  sus utopías, hipotecaron las nuestras y nunca he escuchado la palabra perdón o autocrítica, la que como Sociedad en los referéndum hemos otorgado a quienes se embarcaron en una guerra ajena, absurda y que nuestra generación, sigue pagando los platos rotos.

Cuando el Presidente hablaba de que los peones se esconden en los montes por las palizas que les dan sus patrones, no solo ofende al empleador patrón, sino que ofende y mucho al peón rural, compañeros ambos de jornadas laborales diarias.  Es otro intento por destruir un vínculo fraterno que existe y existió desde los tiempos en que se fundó la Patria.  

La Familia Rural convive en una misma querencia, comparte las mismas limitaciones de la naturaleza, la infraestructura, los caminos, la falta de electrificación, pero por sobre todo, son personas alegres que valoran sus costumbres, sus anécdotas, sus vivencias y sus vínculos fraternos.

Para la gente de campo, la ley claro que no es un paye, es mucho más que versos ordenados y espontáneos que demuestran la inteligencia de los cantores de la Patria. 

La Ley para nosotros, es la causa misma de nuestra existencia, y la valoramos mucho ya que nuestros antepasados regaron las cuchillas con la sangre para defenderla, en cada instancia que han pretendido avasallarla.       La Ley se gesta y legitima en los sistemas democráticos, con legisladores serios que piensan en los intereses de todos.  La Ley se acata si nos favorece, pero también si nos perjudica, por que la inspira el bien común, y si no la creemos justa, abrimos espacios de democracia directa como son los referéndums.

Lo que me enseñaron en la Escuela Pública, es que la patria se hizo a caballo, gauchos, indios, peones de estancia y dueños de estancia, se jugaban el pellejo, sus capitales, en la defensa de la libertad, la democracia y la justicia.  Esa reserva moral, sigue estando en la campaña, ahora quizás menguada por la profusa extranjerización de la tierra.

Por lo expuesto, sugiero que así como Antel, la empresa de los Uruguayos, nos recuerda los deberes de los patrones y los derechos de los empleados a quienes aportamos, se le mande a los políticos que nos gobiernan, los mismos mensajitos sobre la importancia de administrar bien nuestros recursos, para que sirvan a la Sociedad  con honestidad y por sobre todo para que respeten la diversidad cultural e ideológica de nuestro democrático Uruguay.


Fuente:
Jorge Azar - Gómez.
Testimonios públicos de J. Zabalza.




jueves, 9 de mayo de 2013

Barrio a barrio, escuchando a la gente, aprendiendo de ella

BARRIO SOÑORA; 
LA COMUNIDAD SE ORGANIZA EN EL SANO EJERCICIO DE SUS DERECHOS.

Este barrio emblemático de la Ciudad de Melo, se ha reunido en asamblea ciudadana el pasado viernes. Desde que el plenario interbarrial no existe más, y que los barrios no tienen comisiones legitimadas por la gente, es natural que ante los problemas, los vecinos se agrupen casi espontáneamente. 

En ese sentido, esa es una primera conclusión de esta reunión, es necesario promover la sana organización de los vecinos, y el ejercicio democrático que les da origen, y ésto promoverlo con espíritu amplio, con grandeza, sin miedo a la libertad y por sobre todo con honradez intelectual. También está claro que tener dos referentes barriales pagos por la intendencia y de confianza de ésta, no es la forma más democrática ni efectiva de construir gobernanza a la luz de las carencias que se detectan en el barrio. Los delegados a quienes no conocíamos hasta esa instancia, se retiraron antes de finalizar la reunión y tampoco había otro referente de la intendencia (director, secretario, etc) para hacerlo. Esto es objetivo y comprobable. Tampoco fue una reunión de comité, se hizo en el salón parroquial, y habían vecinos de todos los pelos. 

También habían representantes del legislativo Partido Nacional y Frente Amplio, pero lo más importante, a nadie se le preguntó de donde venían y me consta que la convocatoria fue abierta y pública. En lo personal concurrimos por que siempre hemos sido sensibles a los problemas de la gente, y proclives a escuchar de primera mano, en el entendido de que es la mejor forma de empezar a colaborar con soluciones. 

El sábado y domingo trabajamos en un documento ayuda memoria de los problemas allí planteados, aportamos ideas para solucionarlos y por sobre todo se lo devolvimos al barrio para que pudieran avanzar sobre la solución de dichos problemas. Está claro que hay más problemólogos que solucionólgos, por eso la importancia de dar el paso hacia la propuesta. También está claro que hay problemas donde la Intendencia puede dar respuestas, y también hay problemas donde le gobierno central puede hacerlo. Esto lo decimos en el entendido de que “el que venga por lana saldrá esquilado”, éste es el principal freno a la sospecha de que halla un movimiento político atrás de esta movida. Cada uno tiene su corazoncito, pero no podemos estar en campaña política permanentemente. Como siempre decimos, una vez cada cuatro años somos un voto, el resto de los días somos ciudadanos que exigimos respuestas de nuestros gobernantes, a la postre empleados nuestros. 

Adelante vecinos !!! ; vivamos la democracia con madurez, y valla si este departamento ha peleado históricamente para robustecerla, perfeccionarla y hacerla más justa. Todo espacio de participación ayuda, máxime si los gobernantes de turno tienen la grandeza de escucharlos, participar y dar la cara. Estaremos atentos de que estos espacios no se conviertan en instrumento político partidario de nadie, por que esa sería la mejor forma de erosionar el sistema democrático, que tanto tiempo y esfuerzo nos llevó recuperarlo. Que se escuchen todas las voces con el respeto y el compromiso de quienes quieren vivir en un territorio más desarrollado. Busquemos lo que nos une y no lo que nos separa. 

En lo personal no quiero gobernantes sordos ni vecinos manijeados ideológicamente. No quiero que el progreso, se detenga por los apetitos personales de los que, enfermos por el poder o por querer llegar a él, hipotequen la solución de los problemas de la gente. 



martes, 7 de mayo de 2013

Juan Pablo II, a 25 años, sus palabras mantienen vigencia absoluta.

El 8 de mayo de 1988, hace exactamente 25 años, el Papa Juan Pablo II, estuvo en nuestra tierra.   Nos habló del Trabajo, en palabras que hoy día, tienen más vigencia que nunca.   En aquella oportunidad participábamos del grupo de jóvenes de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Junto a Carolina Santa Cruz, nos tocó entregarle de mano un recordatorio en nombre de los jóvenes.

Hoy quiero compartir lo que nos dijo a todos en su homilía, para que podamos reedescubrir la pertinencia de sus palabras y lo bendecidos que fuimos con esta visita.



Amadísimos hermanos y hermanas, 
¡Alabado sea Jesucristo!
Alabado sea Jesucristo en esta región oriental del Uruguay donde viven y trabajan tantos hombres y mujeres que guardan en sus corazones, como en sagrado relicario, el tesoro de su fe católica. Que Dios bendiga vuestros hogares cristianos para que sean escuelas de virtud y de trabajo donde reinen el amor y la paz. 

Saludo al Señor Presidente de la República y dignísimas autoridades.

Saludo a todos los fieles de esta diócesis de Melo, con su Pastor a la cabeza, a quien agradezco vivamente las amables palabras de bienvenida que me ha dirigido.

Saludo también a los otros arzobispos y obispos aquí presentes. Este saludo va igualmente a los Pastores y a los fieles de las diócesis vecinas del Brasil que se han unido gozosamente a sus hermanos uruguayos para recibir al Papa.

Con inmensa alegría estoy aquí entre vosotros para celebrar juntos la fe en Cristo. Yo no quiero anunciaros otra cosa, mas que a Cristo Redentor; a Jesucristo, el Hijo de Dios, que trabajó con sus manos, para enseñarnos cómo debemos comportarnos en nuestro esfuerzo por construir de modo solidario un mundo mejor.

Que con la ayuda de Dios, aprendamos a conocer más y mejor la vida de trabajo de Cristo, “el hijo del carpintero” (Mt 13, 5), que pasó la mayor parte de su existencia terrena compartiendo la vida de cada día con sus hermanos los hombres y ocupando sus años como un trabajador.

¿No es verdad que, cuando escuchamos al Señor, percibimos que nos está hablando indudablemente de lo que El ha vivido y de lo que vivían los hombres de su tiempo? Jesús tenía que conocer a la perfección el trabajo del campo. Se refiere con detalle, por ejemplo, a los cuidados que requiere una viña (cf. Jn 15, 1-6) y a la suerte distinta que corren las semillas de trigo esparcidas en la tierra por el sembrador (cf. Lc 8, 5-8). Jesús se siente dichoso al contemplar los campos dorados, listos para la siega (cf. Jn 4, 35) y se enternece ante el cariño con que un pastor bueno carga sobre sus hombros la oveja que se le había perdido (cf. Lc 15, 4-6).

En sus enseñanzas, el Hijo de Dios toma pie del trabajo del hombre y de la mujer para darnos a conocer las verdades del reino de los cielo. Jesús sabe cómo una mujer mezcla la levadura y la harina para hacer el pan (cf. Mt 13, 33); cómo se remienda un vestido roto (cf. Lc 5, 36); cómo negocia un buscador de perlas (cf. Mt 13, 45-46) y también cuáles son las posibilidades de negociar con el propio dinero (cf. Ibíd. 25, 14-17). Asimismo al Señor no le resulta indiferente la suerte de los que están desocupados, a la espera de ser contratados para trabajar (cf. Mt 20, 1ss..

El esfuerzo humano, la laboriosidad, la actividad creadora es un tema que encontramos ya presente en los comienzos de la Revelación divina. “La Iglesia –como señalé en la Encíclica “Laborem Exercens”– halla en las primeras páginas del libro del Génesis la fuente de su convicción, según la cual el trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia humana sobre la tierra”, en virtud del mandato de dominar la tierra, dado por Dios a la humanidad.

Es verdad que el trabajo reclama esfuerzo y conlleva fatiga y cansancio, que son consecuencia del desorden introducido por el pecado; pero, habiendo sido asumido y practicado por Cristo, que lo convirtió así en realidad redimida y redentora, ha vuelto a ser una bendición de Dios. “Mediante su trabajo (el hombre) participa en la obra del Creador y, según sus propias posibilidades, en cierto sentido, continúa desarrollándola y la completa, avanzando cada vez más en el descubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en todo lo creado” (Ibíd. 25).

El trabajo no es, pues, algo que el hombre debe realizar sólo para ganarse la vida; es una dimensión humana que puede y debe ser santificada, para llevar a los hombres a que se cumpla plenamente su vocación de criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios.

Por medio del trabajo, la persona se perfecciona a sí misma, obtiene los recursos para sostener a su familia, y contribuye a la mejora de la sociedad en la que vive. Todo trabajo es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación, y cualquier trabajo honrado es digno de aprecio.

Jesucristo, nuestro Señor, es también nuestro guía y modelo. “Todo lo hizo bien” (Mc 7, 37), decían de El las gentes. Cada uno de nosotros –asumida por la fe nuestra condición de hijos de Dios en Cristo– hemos de esforzarnos por seguir sus huellas en el trabajo de cada día. Como leemos en el Antiguo Testamento, no se le hacen a Dios ofrendas defectuosas (cf. Lv 3, 1. 6. 23. 28). Los cristianos serán verdaderamente “sal de la tierra” y “luz del mundo” (Mt 5, 13-14), si saben dar a su trabajo la calidad humana de una obra bien hecha, con amor de Dios y con espíritu de servicio al prójimo.

La obligación de trabajar, impuesta por Dios al hombre como un deber en el comienzo de la creación, sólo puede cumplirse si está asegurado el correspondiente derecho al trabajo. La importancia de esta materia me ha llevado a afirmar que “el trabajo es la clave esencial de toda la cuestión social”, y en mi última Encíclica he vuelto a manifestar la preocupación social de la Iglesia por el desarrollo auténtico del hombre y de la sociedad. Con su doctrina social, la Iglesia “intenta guiar... a los hombres para que ellos mismos den una respuesta, con la ayuda también de la razón y de las ciencias humanas, a su vocación de constructores responsables de la sociedad terrena”

Por lo que se refiere a la primacía del trabajo en la solución de los problemas sociales, la Iglesia tiene este convencimiento: “Si el sistema de relaciones de trabajo, llevado a la práctica por los protagonistas directos –trabajadores y empleados, con el apoyo indispensable de los poderes públicos– logra instaurar una civilización del trabajo, se producirá entonces en la manera de ver de los pueblos y incluso en las bases institucionales y políticas, una revolución pacífica en profundidad” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertatis Conscientia, 83).

Instaurar una “civilización del trabajo” es una tarea que requiere la participación solidaria de toda la sociedad. Por eso, deseo hacer un llamado a todos los fieles católicos y a todos los uruguayos de buena voluntad.

Aquellos que poseen la tierra y otras clases de bienes, deben tener presente que sobre toda propiedad privada, “grava una hipoteca social” que les obliga a procurar que sus propiedades rindan en beneficio de la colectividad.

Quien tiene empleados a su servicio está moralmente obligado a velar para que tengan buenas condiciones de trabajo y una vivienda digna para cada uno con su propia familia. Asimismo debe cuidar que la remuneración sea suficiente para llevar una vida decorosa y, si es posible, que la rebase. De la misma forma, debe procurarse que los trabajadores del campo puedan acceder a unas condiciones de vida que eviten la emigración a las ciudades, causa de graves problemas humanos y sociales.

En medio de este extenso mundo del trabajo humano no quiero pasar por alto a quienes se dedican a la actividad empresarial, para recordarles que “la prioridad del trabajo sobre el capital convierte en un deber de justicia... anteponer el bien de los trabajadores al aumento de las ganancias. Tienen la obligación moral de no mantener capitales improductivos y, en las inversiones, mirar ante todo al bien común. Esto exige que se busque prioritariamente la consolidación o la creación de nuevos puestos de trabajo para la producción de bienes realmente útiles” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertatis Conscientia, 83).

Con mi palabra y con mi corazón estoy también muy cerca de los que se dedican a la actividad sindical. La Iglesia ha defendido siempre el derecho de asociación en todos los niveles de la convivencia, porque es una consecuencia de la naturaleza social y comunitaria del hombre. La asociación con fines laborales, en los sindicatos, no solamente es justa, sino que –siempre dentro del respeto de los principios de la justicia– se muestra conveniente para lograr la armonía social. Merecen incondicionalmente apoyo y aliento todos aquellos que, con abnegación y sacrificio dedican sus esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Como sabéis, “la doctrina social católica no considera que los sindicatos constituyan únicamente el reflejo de la estructura de clase de la sociedad y que sean el exponente de la lucha de clases que gobierna inevitablemente la vida social. Sí, son un exponente de la lucha por la justicia social, por los justos derechos de los hombres del trabajo según las distintas profesiones... pero no es una lucha “contra los demás”... Los justos esfuerzos por asegurar los derechos de los trabajadores, unidos por la misma profesión, deben tener siempre en cuenta las limitaciones que impone la situación general del país. Las exigencias sindicales no pueden transformarse en una especie de “egoísmo” de grupo o de clase por más que puedan y deban tender también a corregir – con miras al bien común de toda la sociedad – incluso todo lo que es defectuoso en el sistema de propiedad de los medios de producción o en el modo de administrarlos o de disponer de ellos”

Y finalmente, quisiera destacar la importancia de valorar socialmente las funciones que con abnegación y entrega, desempeñan en sus casas, las madres de familia. Con esto deseo hacer patente el reconocimiento y homenaje que se debe a la mujer uruguaya. Ella ha desempeñado un papel providencial e inconfundible para conservar la fe y custodiar el perfil propio del alma cristiana en América Latina. Es justo que también su trabajo sea apreciado en lo que vale; y, si todos los trabajos son dignos delante de Dios y de la sociedad, el que a diario lleva a cabo una madre tiene una trascendencia superior. “Será un honor para la sociedad –señalaba en mi Encíclica sobre el trabajo humano– hacer posible a la madre –sin obstaculizar su libertad, sin discriminación sicológica o práctica, sin dejarla en inferioridad ante sus compañeras– dedicarse al cuidado y a la educación de los hijos... La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia en la que como madre tiene un papel insustituible” (Ibíd. 19).

Construir una “civilización del trabajo” es un imperativo ético exigido por la vocación sobrenatural del hombre y, al mismo tiempo, es un reto a su capacidad creadora. La Iglesia no puede dejarse arrebatar por ninguna ideología o corriente política la bandera de la justicia, que es exigencia del Evangelio. Por otra parte, “la doctrina social de la Iglesia no propone ningún sistema (económico, social o político) particular, pero, a la luz de sus principios fundamentales, hace posible, ante todo, ver en qué medida los sistemas existentes resultan conformes o no a las exigencias de la dignidad humana”.   La construcción de una “civilización del trabajo” trae, pues, consigo una invitación al diálogo sereno entre los que sustentan opiniones diversas acerca de las posibles soluciones de los problemas que hay que resolver. No existe para ellos una única solución ni nadie tiene el derecho de definir como “católica” su propia solución, puesto que los principios enseñados por la Iglesia admiten pluralidad de aplicaciones prácticas.

También hay que decir que ninguna ideología puede abrogarse el monopolio de las soluciones a los problemas sociales. La “civilización del trabajo” exige el estudio profundo de los problemas y el estar dispuesto a aceptar la verdad; pide, asimismo, dejar de lado las ambiciones particulares o de grupo para mirar ante todo al bien común. Una “civilización del trabajo” requiere espíritu de sacrificio, espíritu de colaboración y solidaridad. Sobre todo, su realización exige un esfuerzo educativo de las jóvenes generaciones en las virtudes del trabajo y en la práctica de la espiritualidad que le es propia.

Construir una “civilización del trabajo” es, en fin, un ideal que está al alcance de una sociedad como la vuestra, hondamente arraigada en su histórica vocación cristiana y con un hondo sentido de la justicia y de la igualdad entre los hombres.

Queridos hermanos y hermanas: Al terminar nuestro encuentro, os invito a mirar nuevamente a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el “hijo del carpintero”. Con la Santísima Virgen, su Madre, y con San José, Jesús formó parte del hogar que es modelo para todas las familias cristianas. Santificó la noble realidad del trabajo humano, desarrollando, durante la mayor parte de su vida, la humilde labor de un artesano. Jesús nos enseñó, de este modo, a valorar el trabajo en función del amor con que lo hagamos.

Construid, pues, la “civilización del trabajo”, obrando en todo momento y lugar con amor, según la justicia y la caridad, con desprendimiento y sin perder de vista la luz eterna que alumbra nuestros pasos en la tierra. A todos los que estáis aquí, que habéis venido de los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres, y de lejanos sitios, y del Brasil, os encomiendo a San José Obrero, Esposo de la Virgen Santísima, para que bajo su protección alcancéis la gloria eterna, después de trabajar por vuestros hermanos los hombres. Con afecto imparto a todos mi Bendición Apostólica.