EN CERRO LARGO TAMBIEN, TODOS HACIA ADELANTE

En la diferencia o en el acuerdo, encontremos un espacio para pensarnos y hacernos, que nos permita re descubrir el sentido nacional, lo que nos une. Revisando continuamente el legado de nuestros antepasados más luminosos, podremos encontrar los cimientos, las bases de un proyecto colectivo construido en colectivo.
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"Ciudadanos: la energía es el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plantado para siempre el laurel en nuestro suelo" José G. Artigas, abril 1813.

Pienso... y... si puedo decir lo que pienso... recién ahí "luego existo" (adaptado de Descartes).

miércoles, 6 de marzo de 2013

La Educación Universitaria que queremos

Conformamos junto a mi Señora un Proyecto Familiar con cuatro hijos, donde la mayor cursó su último año de bachillerato en el único Liceo en que lo puede hacer, un Liceo Público con más de 3000 alumnos en una alejada ciudad del Interior. Como padres hemos acompañado la formación de nuestra hija, y los que la suceden, compensando las carencias de un sistema educativo burocratizado, ideologizado, distante y por sobre todo, sin proyecto ni visión local/global. En un mundo marcado por los cambios veloces, donde el consumo y la falta de empatía suelen expulsar al Hombre de sí mismo, desdibujando e hipotecando la concreción de sus proyectos individuales y colectivos, la educación es una de las herramientas más poderosas y sustentables, para un cambio de paradigma.



Somos una Familia de clase media, católica, con padres, madres, abuelos, tíos y amigos presentes. Desde donde venimos siempre se nos inculcó que la educación es un paso en la realización personal, y la mejor forma de servir a la Patria, a la Familia, al Prójimo y a Dios, en otras palabras… una forma efectiva de hacer crecer nuestros talentos y virtudes para ponerlos al servicio de los demás. Con vivencias de escuela rural y urbana, liceos públicos del interior profundo y de la capital departamental, estamos construyendo, no sin dificultad, desde y para la Familia, un estilo de vida en convivencia y un camino de felicidad compartida de varias generaciones. 


Está claro que una educación que no contribuya a la convivencia, se limita a “instruir” personas preparadas en el mejor de los casos para “sobrevivir”. El respeto consciente a las normas y a uno mismo, es un atributo que un individuo debe de adquirir, construir y compartir, para su desarrollo y el de una Sociedad próspera y humana. En este sentido “el ama a tu prójimo como a tí mismo” cobra sentido en estos tiempos, en la medida que aprendamos también a querernos a nosotros mismos, y en ese aspecto, la formación universitaria puede contribuir a la construcción de una autoestima equilibrada. 

Estamos constatando que nuestra Familia es el oasis para la reflexión, para meditar la pertinencia de los cambios, conscientes de que más importante que el movimiento es la dirección. En una sociedad dividida con la arbitraria y hasta falaz clasificación de progresistas y conservadores, se nos está haciendo hacer creer que la actitud progresista se atribuye a una sola ideología, integrando en ésta, un cóctel de contradicciones donde “el todo es menos que la suma de las partes”, y donde “el hombre” termina subestimando la inteligencia del “hombre”. 

Una buena educación universitaria, debe contribuir a identificar claramente las problemáticas de la Sociedad, detectar y estudiar sus causas e intentar resolverla desde esas causas, y no desde las consecuencias. Una visión sistémica y multidisciplinaria de los problemas parece ser una opción válida alternativa al clásico reduccionismo e individualismo reinante en muchas Facultades. Muchos de los problemas son multicausales y su tratamiento requiere equipos de trabajo. 

Parece natural pensar también que la enseñanza universitaria de una Nación, debe de contemplar cuales son los lineamientos de políticas de estado (si las hay), para preparar la masa crítica necesaria en el tiempo y el espacio, asegurando sintonía y sincronía en los saberes requeridos para el desarrollo nacional. En tal sentido, contemplar nuestro carácter agroexportador, nuestra ubicación geoestratégica logística y portuaria, y el elevado grado de conectividad en telecomunicaciones, parecen ser aspectos relevantes en el diseño de las políticas educativas. El desarrollo botecnológico, de la industria naval e infraestructura portuaria, las tecnologías de la información-comunicación y el desarrollo de la ingeniería para la innovación y desarrollo de energías limpias, parecen ser las áreas del conocimiento que naturalmente el País debe promover. 

Desde nuestra modesta opinión, nosotros como padres percibimos en la Enseñanza Universitaria, la oportunidad para continuar desarrollando los talentos y las virtudes de nuestros hijos, para lo cual estamos dispuestos a hacer un sacrificio afectivo y económico. Afectivo por que alejar a nuestros hijos de casa nos moviliza a todos, pero también estamos convencidos que es una forma de crecer y madurar en nuestro proyecto familiar y personal, sabedores que la experiencia de emigrar a los 18 años para Montevideo, es tan solo otro eslabón en la cadena de desafíos, sacrificios y obstáculos que debemos sortear para crecer y hacer crecer a nuestras Comunidades. 

Esperamos una Educación Universitaria comprometida con el Hombre y su proyecto, con una formación académica de excelencia donde la búsqueda de la verdad sea el motor de una vida encarada con sana competitividad. Una educación que promueva la humanidad de sus educandos, que construya actitud y aptitud proactiva hacia el trabajo y la búsqueda del bienestar colectivo. Que distinga claramente en las políticas sociales lo que es inversión para la libertad de lo que es gasto para la esclavitud, en otras palabras… salir al encuentro de las oportunidades o mendigar dependencia asistencialista respectivamente. Que conciba el trabajo, como un camino para la realización personal y colectiva y no una mera escusa para recibir un sueldo de un trabajo que “me tienen que dar” y del que “me auto percibo” en condición de desventaja. 

Queremos una educación que promueva los valores clásicos y vigentes de una sociedad próspera, solidaria, reconciliada consigo misma, unida por las causas nobles, que estimule a sus ciudadanos a recorrer proyectos que promuevan la felicidad de la comunidad que habitan y a través de ella, la suya propia. 

Nuestra Familia quiere una Educación que promueva el sentido de la responsabilidad, la importancia de cumplir con las obligaciones, para que solo así tenga sentido la evocación de los derechos. 

Queremos una educación universitaria que forme individuos libres, críticos, abiertos, que promueva una formación amplia, donde esa condición de amplitud no cambie con la ideología de turno que esté circunstancialmente en el poder. Queremos una formación para la construcción de nuevos liderazgos, aportando la cuota de humanidad, grandeza y valentía que exigen estos tiempos, para que asuman responsabilidad y se “la jueguen” por lo que creen. 

Queremos que enseñe a nuestros hijos la historia completa, la que nos favorece y la que “nos perjudica”, la que nos enorgullece y la que nos avergüenza. Una educación amplia que no impida la construcción de una visión trascendental de su vida y la de su entorno, y que el Centro Educativo lo haga con apertura y respeto, atributos éstos, que emergen de la propia visión trascendental del centro. 

Queremos que la diferencia sea la escusa perfecta para estimular a que se expongan los argumentos, en la sana y hermosa búsqueda de la verdad y no un argumento vacío de contenido y humanidad, usado como herramienta para el proselitismo político y la intolerancia. 

Nuestra Familia quiere para sus hijos y los hijos de la Patria, futuros ciudadanos con una sólida formación académica científica, abiertos a la tecnología y respetuosos de la vida, el principal de los derechos humanos, en especial del no nacido y el adulto mayor. Mis derechos tanto valen como los de mi prójimo, y en muchos casos mis derechos tienen sentido sí y solo sí los subordino al derecho de mi semejante. 

Queremos para los jóvenes, una formación humanista, con una concepción de género en complementariedad, donde hombre y mujer se completan mutuamente en el seno de la estructura más antigua de la Sociedad, la Familia. Donde el hombre y la mujer se realizan y dignifican en el trabajo, sin hipotecar su rol ineludible y diferente de paternidad y maternidad respectivamente. En particular quiero que a mis hijas las eduquen en la complementariedad de género y no en la “libertad” de género, ayudándolas a pensar como mujeres y no como hombres, proyectando identidad propia y complementaria en el abordaje científico, filosófico, social, cultural y económico. La mujer es propietaria de atributos que sólo ella la posee, una sensibilidad innata y complementada, en muchos casos por el ejercicio de su maternidad, experiencia única reservada en privilegio para ellas, y a la que el hombre se suma ejerciendo su rol y aprendiendo de ésta. 

Desde nuestra perspectiva y para nuestra Familia, el desarrollo académico e intelectual en cualquiera de las áreas del conocimiento debe de ser de excelencia, pero éste, solo tiene sentido si está construido y ejercido desde la Fe, la Esperanza y el Amor. La herencia cristiana y occidental de nuestra sociedad, es un atributo de privilegio que las Comunidades no deberíamos perder. No hay mensaje más revolucionario, más progresista y más innovador a la luz de los tiempos que vivimos, que la propuesta Cristiana Católica, y la concepción de Sociedad que tiene ésta. Lamentablemente, su tratamiento en nuestro País, y la oportunidad de conocer y cultivar esos valores desde la educación, se limita a los Centros Privados, discriminando por parte del Estado a buena parte de la Sociedad que contribuye con sus impuestos y su trabajo a la educación pública, desperdiciando una enorme oportunidad para promover valores éticos tan necesarios hoy día y con consecuencias tan caras para el País. 

La hipersensibilidad del Estado a temas religiosos, celosos de un pseudo laicismo, se ve contrastada con la clara y flagrante impronta ideológica impuesta de hecho a la educación pública. 

Educar para la libertad, es contribuir a que el individuo a través del ejercicio de su trabajo calificado, de su creatividad y capacidad innovadora, contribuya a la transformación del mundo, para hacerlo un lugar más habitable, más humano y de mejor convivencia. Eso se consigue educando para la libertad responsable, con una educación plural, donde el conocimiento y la ética convivan en el aula, retroalimentando su presencia desde lo cotidiano. En otras palabras… dignidad y regocijo arriba y abajo… ilustración y valentía todos los días de la vida... 

También es necesario que la propuesta académica en las diferentes áreas contemple una buena combinación de pertinencia local con visión global. Hoy existen jóvenes en el interior del País, con gran potencial intelectual y humano que solo encuentran una posibilidad en la UDELAR con el aporte que pagamos los profesionales universitarios al fondo de solidaridad. En ese sentido las Universidades Privadas, podrían prever cupos de becas por méritos para jóvenes del interior. La cobertura educativa universitaria, debe tener alcance territorial, favoreciendo una visión descentralizada del desarrollo. La escala nacional no justifica grandes despliegues con sedes trasplantadas al interior, pero sí la captación de virtudes y talentos autóctonos, cantera inagotable de valores y potencial intelectual que se pierde por aspectos de accesibilidad, vidas truncadas de conciudadanos valiosos. 

Finalmente quiero una educación universitaria para mis hijos, que les permita explorar sus potencialidades, y en el ejercicio de ellas que no pierdan la perspectiva de sí mismos, generada muchas veces por la acumulación circunstancial de bienes materiales, prestigio personal, o poder… en otras palabras, que nunca pierdan la humildad y la humanidad que los hace formar parte de un Proyecto Mayor.





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