EN CERRO LARGO TAMBIEN, TODOS HACIA ADELANTE

En la diferencia o en el acuerdo, encontremos un espacio para pensarnos y hacernos, que nos permita re descubrir el sentido nacional, lo que nos une. Revisando continuamente el legado de nuestros antepasados más luminosos, podremos encontrar los cimientos, las bases de un proyecto colectivo construido en colectivo.
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"Ciudadanos: la energía es el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plantado para siempre el laurel en nuestro suelo" José G. Artigas, abril 1813.

Pienso... y... si puedo decir lo que pienso... recién ahí "luego existo" (adaptado de Descartes).

lunes, 9 de septiembre de 2013

Bernardo Berro, el ideólogo de la República.

Días pasados comenzamos con este ciclo de cartas abiertas, en un intento por compartir la historia de los presidentes blancos, que gobernaron el Uruguay. Primero Oribe, y ahora es el turno de Berro. Si bien mirar para atrás no es nuestra característica personal, estamos convencidos que conociendo el pasado solo sabremos si somos coherentes con el proyecto de futuro, además de ser un acto de soberbia desconocer nuestras raíces. 

Bernardo Berro fue el sexto presidente constitucional del País y el segundo nacionalista que llegó al Poder. Hombre culto si los hubo, presidió el Uruguay con 53 años, luego de ser diputado, juez y ministro. Formado por su tío y padrino Dámaso Antonio Larrañaga, fue un personaje polifacético, siendo productor rural, agricultor, jinete, ajedrecista, pianista y buen cantor. 

Si bien su origen fue acomodado, de costumbres y hábitos patricios, Berro era individuo de una llamativa sencillez. Habitaba generalmente su quinta en el partido de Manga (hoy barrio de Montevideo), a unos 15 kilómetros del centro de Montevideo, y él mismo trabajaba la tierra, lo que provocaba la sorpresa y el repudio de una élite que no concebía semejantes actitudes en un individuo de su cargo y de su clase.

Previo a la presidencia se destacó como diputado, juez, ministro, senador y periodista. Cumplió la totalidad de su mandato (hasta el 1° de marzo de 1864), aunque a partir de 1863 debió enfrentar la insurrección de Venancio Flores.

Durante su gobierno se produjo una gran recuperación económica del país, hecho que se explica fundamentalmente por tres factores: el crecimiento del comercio y de los comerciantes como grupo socio-económico dominante en la ciudad; la revolución del lanar y el reforzamiento económico y político de los estancieros; y el ingreso de capital extranjero, fundamentalmente británico.

Su gobierno modernizó la producción agropecuaria, estimulando la importación de animales de raza e introduciendo nuevos métodos para la conservación de la carne. Durante su mandato, el stock de vacunos superó por primera vez los 8 millones de cabezas, a los que se sumaban 2,6 millones de lanares. Estimuló la agricultura en el sur del país, impulsando el cultivo de trigo y maíz. Eliminó los aranceles para la importación de maquinaria y las materias primas para uso industrial. Abrió cuatro consulados generales en Europa con el propósito de fomentar la inmigración de agricultores y trabajadores industriales. Creó el primer registro de marcas de ganado y designó una comisión encargada de organizar la mensura general del territorio, introduciendo el sistema métrico decimal en 1862.

Durante su gobierno se aprobó una nueva ley bancaria que ponía reglas de juego claras a la actividad financiera, y una ley de aduana orientada a estimular el tránsito de personas y mercancías por el puerto de Montevideo. 

Se redujeron los impuestos a las exportaciones, se liberó de impuestos al trasbordo de mercaderías y se eliminaron los costos de almacenaje por el término de un año para mercaderías en tránsito. A partir de 1861 se exoneró de derechos de puerto a los barcos de ultramar dedicados al comercio y a los buques de cabotaje que transbordaran mercaderías con ellos. Se estableció una línea de navegación permanente con Asunción del Paraguay. Su lema en materia económica era: “Dejar hacer, pero hacer también”. Y lo hizo muy bien, con visión global, ya que nuestra vocación agropecuaria y logística perdura hasta hoy día, y le da muy buenos dividendos al País.

Creó la Mesa de Estadística de la Aduana y uniformó los libros de contabilidad de los departamentos, de modo que la Contaduría General pudiera elaborar cifras nacionales. Inició la publicación sistemática de las cuentas públicas (la “Memoria de Hacienda”). Celebró una convención postal con Gran Bretaña que aseguró la articulación del correo local con el internacional. 

Durante su mandato se fundó el Hospital Militar y se mejoraron los hospitales, se ensancharon y empedraron las principales calles de la ciudad vieja de Montevideo, y se construyeron terraplenes, cercos y veredas en buena parte de la ciudad nueva (incluyendo, por primera vez, la Aguada y el Cordón). Se extendió la red de alumbrado a gas en varias ciudades y se aprobó un fondo para el saneamiento de la capital (las obras se pusieron bajo el control de la Junta de Montevideo). Municipalizó los cementerios, ejecutando una decisión que había sido tomada por el gobierno anterior. 

Esta inmensa obra se realizó al mismo tiempo que se reducía la deuda pública, mediante la combinación de un mayor control de gastos y el fortalecimiento de la capacidad recaudadora del Estado. En 1860 aprobó una ley que obligaba que toda obra financiada con dinero público se adjudicara mediante concurso de precios. Reguló la recaudación y el uso de los impuestos municipales, fortaleciendo el papel de control de las juntas económico-administrativas. En 1862 creó por ley la moneda nacional. Vemos una vez más que los blancos gobiernan apegado a las leyes, y que si el país crece, crece su infraestructura y no sus deudas.

Tuvo una vigorosa política exterior de inspiración nacionalista. Se negó a pagar compensaciones económicas reclamadas por Brasil, Argentina e Inglaterra desde los tiempos de la Guerra Grande. Retomó la política de defensa de los esclavos fugados de Brasil, lo que le valió tensiones importantes con el Imperio. Vemos una vez más, como con Oribe, la fuerte vocación nacionalista, políticas de cancillería que anteponen los intereses de la nación y los uruguayos al de los intereses extranjeros.

Saneó el sistema electoral, incorporando medidas para combatir el fraude. Aprobó una ley de amnistía para permitir el reingreso al país de todos los exilados políticos. Separó los roles de jefe político de Departamento y de comandante militar, como manera de combatir la concentración de poder. Hizo esfuerzos para mejorar el funcionamiento de la justicia. Se preocupó por fortalecer la enseñanza primaria y universitaria.

Para Pivel Devoto, Berro fue “el ideólogo de la República”. Luis Melián Lafinur, un enemigo de los blancos, lo describió como un presidente de “honorabilidad intachable como administrador de los dineros públicos”.

Por lo expuesto, extraído de varios historiadores, me enorgullezco de pertenecer a un Partido, que cada vez que le tocó gobernar, dejó una Nación mejor de lo que la recibió, concretando cambios estructurales tan significativos y caros para los intereses del País.

Cuando nos dicen partido tradicional conservador, nosotros decimos con orgullo partido fundacional revolucionario de todas las épocas, mostrando los cambios que otros copian a medias, sin rumbo y sin resultados. 

Reiteramos con orgullo también, que la historia de nuestra nación tiene 200 años y no 25 ni 7 como nos lo quieren hacer ver y si el Partido Nacional no ha gobernado en más oportunidades, es por que nunca el poder fue un fin en sí mismo, sino un medio subordinado al servicio de los intereses más caros del País y su Gente.


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