Recuerdo de pequeño a mi abuelo materno,
decirme “soy Blanco como hueso de bagual”.
Recuerdo también, cuando niño, ir de la mano de mi padre, hoy fallecido,
a la Plaza Saravia, a escuchar los caudillos de la época Luis Alberto Lacalle,
Dardo Ortiz, Silveira Zabala. Ver el
fervor de la gente, el orgullo por escuchar, participar y formar parte de una
colectividad.
Estos detalles de mi historia personal,
me han marcado como marca cualquier padre o abuelo a su hijo o nieto y me han
llevado a reflexionar sobre lo que significa ser Blanco, a estudiar y a
redescubrirme en esa historia que va uniendo las generaciones del Uruguay. Al
estudiarla, comprendí, por qué Wilson decía que ser Blanco, es como integrar
una “Comunidad Espiritual”.
Indagando en la historia, me enamoré de su
pasado, pero lo más importante es que me hizo soñar con el Futuro. Me pareció oportuno, compartir con los
lectores la historia de nuestro Partido, recorriendo las seis oportunidades
donde los blancos gobernaron y qué dejaron un rico legado en nuestra Comunidad. Hoy desarrollaremos el primero, el gobierno de
Oribe, y luego continuaremos Dios mediante, con los siguientes, en las semanas próximas.
La primera presidencia de un Blanco, fue
la del soldado de Artigas, Manuel Oribe, quién con tan solo 43 años gobernó en
tiempos difíciles, de 1835 a 1838.
Ya el 10 de agosto de 1836, éste héroe
de la Independencia, adopta el lema “Defensores de las leyes” y fija de manera
indeleble nuestra vocación patriótica, republicana y democrática.
Heredó el caos que dejó Fructuoso
Rivera, ordenando las cuentas públicas y desmantelando la corrupción
administrativa. Para lograrlo gravó la propiedad, las herencias y los sueldos
altos, eliminando el impuesto al ganado en pie y desreguló las tasas de
interés, para promover el crédito y la producción. Controló el gasto público, reduciendo
oficiales del ejercito y financió obras de construcción e infraestructura vial. Fue pionero en América aboliendo la
esclavitud, y aprobó las primeras leyes de seguridad social. Las
primeras comunidades afrodescendientes entraron al País por nuestras tierras
arachanas, de la que hoy es testigo nuestra Sociedad, marcando positivamente con
rasgos únicos nuestra Comunidad.
Su preocupación por la educación, lo
llevó a crear escuelas, eliminó el impuesto al papel y los libros, firmando en
1838 el decreto de creación de la Universidad de la República, reabriendo la
Biblioteca Nacional bajo la dirección de Dámaso Antonio Larrañaga.
El primer sello del primer gobierno blanco
en política exterior, fue el de la independencia y la soberanía, como banderas
de nuestra identidad. Aguantó
heroicamente las presiones de Brasil que exigía devolución de esclavos
fugitivos, la contención del límite
norte del Uruguay, la negativa a la solicitud del gobierno francés de utilizar
el puerto de Montevideo para aprovisionar los barcos que bloqueaban el puerto
de Buenos Aires y el rechazo a un abultado crédito de
Inglaterra que exigía como contrapartida un tratado de alianza perpetua con
presencia de tropas británicas en el territorio nacional.
Manuel Oribe fue ejemplo de austeridad,
y de honradez administrativa, y como testimonio está la carta que le hizo a un
empresario amigo al rechazarle un regalo, la que reza así... “Recibo su carta
de hoy y su magnífico obsequio. Le devuelvo ambas cosas. Lo uno, porque no
merezco los conceptos con que usted me favorece, y porque, como su leal amigo,
creo que no conviene a usted para el porvenir dejar con su firma esa carta
cortesana, de los tiempos de Luis XIV, mal dirigida a un republicano; el
regalo, porque es demasiado valioso, y no conviene a mi decoro aceptarlo ni a
usted el hacerlo, dadas nuestras posiciones respectivas. (…) No debo ni quiero
quedar obligado a persona alguna del modo que me obligaría la admisión del
importante presente que usted tiene la amabilidad de querer hacerme en este día
de mi cumpleaños. Lo saluda con afecto, su amigo Manuel Oribe”.
Este primer gobierno blanco nacional fue
ordenado, innovador y principista. Estos
aspectos hoy día, tienen vigencia absoluta a la luz de los casos de corrupción,
la indiferencia ante observaciones del tribunal de cuentas, el desprecio hacia
las leyes, tanto para generarlas como para aplicarlas, la falta de inversión en
infraestructura. También va para
aquellos que escuchamos todos los días en los medios, a los que les pagamos el
sueldo y que con actitudes soberbias cuentan
la historia que les conviene y a los miopes que se miran al ombligo, entendiendo
que el Uruguay comenzó en la última década.
Hoy, donde la soberanía uruguaya se
desdibuja por ideologías importadas, algunas ya vencidas de los años 60 y otras
no caducas pero mal aplicadas, cobra vigencia la valentía de aquellos hombres
que no hablaban a espaldas del pueblo, con imperios poderosos para resolver
litigios casi familiares.
Por lo expuesto, es que hoy les digo con
orgullo a mis hijos, que soy blanco como mi padre y como mi abuelo y les
recuerdo a aquellos que hoy se auto etiquetan de modernos, que investiguen en
sus antepasados las raíces de su existencia, los escuchen, estudien y
reflexionen con cabeza propia, para recién ahí, separar la paja del trigo y
entender que lo innovador y progresista hoy día es… ser honesto, austero,
responsable, buen padre, trabajador, agradecido y por sobre todo, tener la
dignidad para entender la palabra solidaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario