EN CERRO LARGO TAMBIEN, TODOS HACIA ADELANTE

En la diferencia o en el acuerdo, encontremos un espacio para pensarnos y hacernos, que nos permita re descubrir el sentido nacional, lo que nos une. Revisando continuamente el legado de nuestros antepasados más luminosos, podremos encontrar los cimientos, las bases de un proyecto colectivo construido en colectivo.
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"Ciudadanos: la energía es el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plantado para siempre el laurel en nuestro suelo" José G. Artigas, abril 1813.

Pienso... y... si puedo decir lo que pienso... recién ahí "luego existo" (adaptado de Descartes).

jueves, 22 de agosto de 2013

Manuel Oribe, soldado de Artigas

Recuerdo de pequeño a mi abuelo materno, decirme “soy Blanco como hueso de bagual”.  Recuerdo también, cuando niño, ir de la mano de mi padre, hoy fallecido, a la Plaza Saravia, a escuchar los caudillos de la época Luis Alberto Lacalle, Dardo Ortiz, Silveira Zabala.    Ver el fervor de la gente, el orgullo por escuchar, participar y formar parte de una colectividad.

Estos detalles de mi historia personal, me han marcado como marca cualquier padre o abuelo a su hijo o nieto y me han llevado a reflexionar sobre lo que significa ser Blanco, a estudiar y a redescubrirme en esa historia que va uniendo las generaciones del Uruguay.     Al estudiarla, comprendí, por qué Wilson decía que ser Blanco, es como integrar una “Comunidad Espiritual”.  

Indagando en la historia, me enamoré de su pasado, pero lo más importante es que me hizo soñar con el Futuro.  Me pareció oportuno, compartir con los lectores la historia de nuestro Partido, recorriendo las seis oportunidades donde los blancos gobernaron y qué dejaron un rico legado en nuestra Comunidad.  Hoy desarrollaremos el primero, el gobierno de Oribe, y luego continuaremos Dios mediante, con los siguientes, en las semanas próximas.

La primera presidencia de un Blanco, fue la del soldado de Artigas, Manuel Oribe, quién con tan solo 43 años gobernó en tiempos difíciles, de 1835 a 1838.  
Ya el 10 de agosto de 1836, éste héroe de la Independencia, adopta el lema “Defensores de las leyes” y fija de manera indeleble nuestra vocación patriótica, republicana y democrática.

Heredó el caos que dejó Fructuoso Rivera, ordenando las cuentas públicas y desmantelando la corrupción administrativa. Para lograrlo gravó la propiedad, las herencias y los sueldos altos, eliminando el impuesto al ganado en pie y desreguló las tasas de interés, para promover el crédito y la producción.     Controló el gasto público, reduciendo oficiales del ejercito y financió obras de construcción e infraestructura vial.   Fue pionero en América aboliendo la esclavitud, y aprobó las primeras leyes de seguridad social.    Las primeras comunidades afrodescendientes entraron al País por nuestras tierras arachanas, de la que hoy es testigo nuestra Sociedad, marcando positivamente con rasgos únicos nuestra Comunidad.
Su preocupación por la educación, lo llevó a crear escuelas, eliminó el impuesto al papel y los libros, firmando en 1838 el decreto de creación de la Universidad de la República, reabriendo la Biblioteca Nacional bajo la dirección de Dámaso Antonio Larrañaga.

El primer sello del primer gobierno blanco en política exterior, fue el de la independencia y la soberanía, como banderas de nuestra identidad.   Aguantó heroicamente las presiones de Brasil que exigía devolución de esclavos fugitivos,  la contención del límite norte del Uruguay, la negativa a la solicitud del gobierno francés de utilizar el puerto de Montevideo para aprovisionar los barcos que bloqueaban el puerto de  Buenos Aires  y el rechazo a un abultado crédito de Inglaterra que exigía como contrapartida un tratado de alianza perpetua con presencia de tropas británicas en el territorio nacional.

Manuel Oribe fue ejemplo de austeridad, y de honradez administrativa, y como testimonio está la carta que le hizo a un empresario amigo al rechazarle un regalo, la que reza así... “Recibo su carta de hoy y su magnífico obsequio. Le devuelvo ambas cosas. Lo uno, porque no merezco los conceptos con que usted me favorece, y porque, como su leal amigo, creo que no conviene a usted para el porvenir dejar con su firma esa carta cortesana, de los tiempos de Luis XIV, mal dirigida a un republicano; el regalo, porque es demasiado valioso, y no conviene a mi decoro aceptarlo ni a usted el hacerlo, dadas nuestras posiciones respectivas. (…) No debo ni quiero quedar obligado a persona alguna del modo que me obligaría la admisión del importante presente que usted tiene la amabilidad de querer hacerme en este día de mi cumpleaños. Lo saluda con afecto, su amigo Manuel Oribe”.

Este primer gobierno blanco nacional fue ordenado, innovador y principista.  Estos aspectos hoy día, tienen vigencia absoluta a la luz de los casos de corrupción, la indiferencia ante observaciones del tribunal de cuentas, el desprecio hacia las leyes, tanto para generarlas como para aplicarlas, la falta de inversión en infraestructura.  También va para aquellos que escuchamos todos los días en los medios, a los que les pagamos el sueldo y que con  actitudes soberbias cuentan la historia que les conviene y a los miopes que se miran al ombligo, entendiendo que el Uruguay comenzó en la última década.   

Hoy, donde la soberanía uruguaya se desdibuja por ideologías importadas, algunas ya vencidas de los años 60 y otras no caducas pero mal aplicadas, cobra vigencia la valentía de aquellos hombres que no hablaban a espaldas del pueblo, con imperios poderosos para resolver litigios casi familiares.

Por lo expuesto, es que hoy les digo con orgullo a mis hijos, que soy blanco como mi padre y como mi abuelo y les recuerdo a aquellos que hoy se auto etiquetan de modernos, que investiguen en sus antepasados las raíces de su existencia, los escuchen, estudien y reflexionen con cabeza propia, para recién ahí, separar la paja del trigo y entender que lo innovador y progresista hoy día es… ser honesto, austero, responsable, buen padre, trabajador, agradecido y por sobre todo, tener la dignidad para entender la palabra solidaridad.




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